sábado, 20 de diciembre de 2008

La crisis global, Obama, las expectativas, el futuro…

. . Jorge Adame Martínez
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El mundo vive momentos turbulentos e inéditos. La economía se colapsa; los mercados y las bolsas de valores se desploman; las instituciones financieras entran en severa crisis y suspenden los créditos; las grandes compañías multinacionales se tambalean; el desempleo se incrementa; los gobiernos, de un creciente número de países, entran infructuosamente al rescate de muchas de sus instituciones y empresas estratégicas (aunque esto vaya en contra de los fundamentos del capitalismo). El nerviosismo y la incertidumbre de los inversionistas y de la sociedad van en aumento. Nadie tiene idea de los verdaderos alcances de esta mega crisis globalizada, ni de cómo se va a salir de ella; el futuro inmediato se vislumbra por demás incierto.

Hay esperanza, pese a todo, la que, en circunstancias como ésta, suele venir acompañada de algún factor subjetivo rescatador, como Dios; el azar o la buena fortuna; el karma positivo; los ciclos naturales o espirituales; algún mesías, superhombre o salvador (cuasi omnipotente)…

Los tiempos, fortuitamente, se sincronizan. Mientras la crisis se agrava, el mundo aguarda con suma ilusión y apremio la llegada del hombre de quien se espera tenga las soluciones y respuestas a la mayoría de los problemas económicos que nos aquejan.

El hombre es Barack Obama; la gran esperanza, el presidente electo de la nación más poderosa del planeta, los Estados Unidos; político a quien se le considera “fresco”, carismático, talentoso, lleno de convincentes promesas y de buena voluntad... Toda la atención y las expectativas están puestas en él.

Sin embargo, el mundo –por causa de su creciente desesperación– pretende verlo como el hombre mesiánico todo poderoso, quien, por fortuna, debe poseer la capacidad de realizar el gran milagro de salvar a la economía y el bienestar global. Es como el San Martín de Porres de la política moderna (pues ambos personajes comparten aspectos en común: los dos son mulatos, han superado grandes obstáculos, son los primeros de su raza, uno en ser santo del continente americano, y el otro, presidente de su país. Además, son carismáticos, probos, se les ha conferido la supuesta misión de ayudar o de rescatar a la humanidad de sus más difíciles pesadumbres y, también, se les pide que obren milagros).

Desafortunadamente, B. Obama no podrá cumplir con todas esas exageradas e irrealizables expectativas puestas en él, porque éstas son demasiadas y bastante complejas. Además, la severa problemática financiera cada día se torna más grave, y nadie tiene idea de su profundidad, aunque los enterados coinciden que es abismal. (Si nadie conoce su verdadero diagnóstico, menos su solución.) Las presiones sobre él serán enormes e irán en aumento.

Ahora bien, como consecuencia de esta circunstancia, que se va volviendo más difícil, el futuro se percibe sumamente complicado, por no decir aterrador; y uno de los posibles escenarios que podrían surgir (basado en la manera cómo suele reaccionar la conducta humana ante situaciones extremas como ésta), sería el siguiente: después de los innumerables e infructuosos esfuerzos coordinados de los distintos gobiernos y sus bancos centrales, instituciones financieras y empresas transnacionales, se agudizarían aún más la angustia, el pavor y la incertidumbre, es decir la crisis psicológica, en todos los sectores de la sociedad. Cada gobierno, institución, empresa, grupo, familia e individuo, por separado, empezarían a realizar acciones bastante desesperadas, poco pensadas. Como resultado de esto, se generarían enormes conflictos entre todas las partes, porque al buscar cada quien, de forma independiente, las mejores soluciones, no medirían los límites y consecuencias, y terminarían atropellándose entre sí, lo que provocaría aún mayores problemas a los que se busca solucionar. Por consiguiente, se presentaría el enorme riesgo de que todo se tornase en un mega caos generalizado e incontenible.

He aquí algunos escenarios reales e “hipotéticos” que podrían ayudar a ejemplificar lo anteriormente dicho:

1. Diversos bancos, que padecen fuertes problemas, deciden tomar ciertas medidas extremas, como congelar las cuentas de sus clientes, algunos de ellos extranjeros. Tal situación provocaría conflictos entre los involucrados, así como entre sus gobiernos. (Esto acaba de suceder en Islandia, lo que ha causado ya severos problemas entre el Reino Unido y ese país.)

2. Importantes bancos multinacionales, debido a los insostenibles problemas en sus casas matrices y países de origen, optarían por retirar importantes sumas de capital de las ramas que tienen en otras naciones, dejando a tales ramas con escasos recursos para maniobrar y cumplir con muchas de sus obligaciones. Tal circunstancia, indudablemente, generaría enormes dificultades entre los cuentahabientes, bancos y gobiernos. (Estas desviaciones o toma de capital, al parecer, ya están ocurriendo.)

3. Algunos gobiernos deciden rescatar diversas empresas estratégicas con dinero de los contribuyentes (impuestos), lo que provocaría (o ya está provocando) malestar en buena parte de la ciudadanía. Sin embargo, podrían existir algunas empresas que fueron originarias de esos países y que ahora son controladas por matrices y capital extranjero y otras que son parte de grandes multinacionales foráneas que recibirían dinero no de sus propios gobiernos, sino de los gobiernos de donde fueron nativas o de donde se hallan asentadas. El malestar de la ciudadanía sería aún mayor. Otorgar importantes recursos a empresas de capital extranjero, con tal de salvar fuentes de trabajo, ingresos fiscales… es algo que el ciudadano común difícilmente entendería. (Esto ya se está viendo con el gobierno sueco en su intento de rescate de dos de sus otrora empresas automotrices ahora en manos de dos de las artibuladas gigantes estadounidenses, así como con el gobierno de Canadá que anunció ayuda económica para las armadoras norteamericanas asentadas en su país.)

4. Gobiernos de algunos países pobres y en vías de desarrollo optan, de manera unilateral, por entrar en moratoria o en suspensión de pagos con sus acreedores extranjeros, lo que generaría fuertes problemas políticos y financieros entre las naciones involucradas. O, también, en diversas latitudes, distintas empresas y organizaciones hacen algo parecido, lo cual igualmente generaría serios problemas con los bancos, los proveedores… (Esto ya está sucediendo con el gobierno de Ecuador y sus acreedores; así como con un sinnúmero de empresas y organizaciones, en distintas partes del mundo.)

5. Y así podríamos seguir enumerando infinidad de ejemplos más.

En síntesis, el diagnóstico de la economía es bastante grave, las soluciones no están funcionando y los pronósticos no podrían ser peores, a pesar de que los políticos y algunos economistas (no muy brillantes) traten de minimizar la cruda realidad. Se puede anticipar que Barack Obama, pese a todos sus esfuerzos, poco podrá hacer para rescatar las devastadas finanzas de su país y menos aún las del mundo, porque todo parece indicar que el mal de la economía globalizada es terminal; y además no hay hombre, que por poderoso y mejor intencionado que sea, pueda salvar a un moribundo prácticamente desahuciado. En tanto, a nosotros sólo nos queda prevenirnos, de la mejor manera que podamos encontrar, de un entorno que, por las nuevas condiciones globales, nos es por completo desconocido. Sin embargo, siempre tendremos la esperanza de que toda esta crisis no sea tan grave, que se solucione pronto, que deje los menores daños posibles, que se genere un nuevo y mejor orden económico mundial (menos globalizado y polarizado) y que, además, algo extraordinario suceda. Pero, tal y como se vislumbra el futuro, quizá esto sea mucho que pedir o esperar. Ya el tiempo dirá.
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